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El Tiemblo
Fauna de El Tiemblo

LA FAUNA DE EL TIEMBLO.

No cabe duda de que ya en los bosques tembleños no se podrá encontrar el oso pardo, que un día vino a cazar a estas tierras el rey Alfonso XI el Justiciero, allá en el siglo XIV; ni los ciervos a los que Madoz menciona en su Diccionario en el siglo XIX; ni los lobos de los que todavía hablan los ganaderos.

Muchas especies, como las mencionadas anteriormente, han desaparecido, y otras son tan escasas, que están a punto de desaparecer.

Entre las razones que se pueden argumentar para que esto suceda, cabe señalar las siguientes: el descenso de la cabaña  ganadera y su modernización; la mixomatosis que ha diezmado a los conejos, principal fuente de alimentación de muchos depredadores; el aumento del número de cazadores; la utilización de cepos y venenos; el uso de insecticidas en la agricultura, y, por último, y quizás la más importante, la falta de una conciencia ecológica.

A pesar de todo, algunas especies han sabido vencer todas esas dificultades y se han adaptado, imponiéndose nuevos hábitos alimenticios y cambiando sus costumbres. No es extraño ver merodear granjas y vertederos a una serie de animales, que buscan en ellos su alimento.

MAMIFEROS.

Extinguido el lobo, los mamíferos salvajes de mayor tamaño son el jabalí y el zorro. Tanto el primero , por su gran capacidad de resistencia y su carácter huidizo, que le hace buscar las zonas más inaccesibles, como el segundo por su enorme facilidad de adaptación a cualquier régimen alimenticio, han logrado sobrevivir, no sin dificultades, en el ecosistema tembleño, a pesar de la presión cinegética que se ha ejercido sobre ellos.

Entre los de talla media están el tejón, la nutria, la gineta, el gato montés y la garduña, todos ellos representados por un número bajísimo de ejemplares, lo que hace que sea muy difícil poder observarlos en el campo.

Junto a los citados, se encuentran el conejo y la liebre. El conejo, antes abundantísimo en cualquier lugar de El Tiemblo, hoy, debido a la mixomatosis, se ha convertido en un animal raro. Lo mismo puede decirse de la liebre, aunque en esta especie, no es la enfermedad la causante de su rareza, sino la presión de los cazadores.

Todavía se puede observar, al pie de los pinos, los restos del festín de la ardilla, que lucha por su supervivencia subida en las altas ramas de los pinos.

Otros mamíferos habituales en la zona son el turón, la comadreja, el murciélago, el erizo, el topo, el lirón careto, la abundante rata común, la rata de agua, el ratón de campo, la musaraña y algunas otras clases de roedores más.

 

AVES.

Más abundantes que los mamíferos son las aves, que se reparten por los diversos ecosistemas: bosques caducifolios, pinar, cañaveral, pastizal, huertas, olivares y viñas.

Tal vez las más espectaculares, por su tamaño y por su vuelo sean las rapaces. Es frecuente ver sobrevolar por encima de los tejados del pueblo al milano real, que ha encontrado en el vertedero su despensa. Tampoco resulta raro observar el vuelo majestuoso y perfecto del buitre, que formando grupos numerosos  vuela en círculos, para abatirse sobre los restos de algún animal muerto. Entre ellos estará el buitre negro, que anida en los centenarios pinos del Valle de Iruelas, formando una de las más importantes colonias de esta especie en España con más de 100 nidos, de los que 63 están ocupados, lo que habla de su importancia, si se tiene en cuenta que en toda la península hay alrededor de 800. Además existen 2 nidos de águilas imperiales , también ocupados.

El resto de las rapaces diurnas que tienen su aposento en los pinares de El Tiemblo, en muy corto número de ejemplares, son el águila culebrera, el cernícalo, el alcotán, el águila calzada, y se habla de un nido de águilas reales.

Lo mismo puede decirse de las rapaces nocturnas. Si exceptuamos al mochuelo y a la lechuza, más abundantes, los cárabos y búhos tienen una limitada población.

Entre los córbidos, cabe señalar las cornejas, las grajillas, los cuervos, chovas piquirrojas, rabilargos, urracas y arrendajos.

En el tramo que va desde El Tiemblo a Puente Nuevo, el Alberche forma charcos y cañaverales, en los que encuentran refugio ánades reales, fochas y gallinejas, así como carricerines, ruiseñores, mosquiteros, zarceros, currucas...

Dentro de la población, como miembros más de la comunidad. sobre la torre de la iglesia anida la habitual pareja de cigüeñas, cada vez más reacias a dejar que se cumpla el refrán: "por San Blas, la cigüeña verás...", arribando a estas tierras en el mes de diciembre.

 

Más familiares resultan los gorriones, las lavanderas comunes y cascadeñas, las palomas, los estorninos (tordos), y las golondrinas, que cada primavera vienen a ocupar o rehacer sus nidos. En verano, como flechas, cruzan los cielos los veloces vencejos, menos numerosos que antes, cuando pululaban sobre las eras del Recaudador o del Tejar.

Por los caminos agrícolas y por viñas y olivares merodean cogujadas, alondras, colirrojos tizones, collalbas, reyezuelos, pinzones, verderones, jilgueros, pardillos, lúganos...

Resulta cada vez más raro sorprenderse con el vuelo de un bando de perdices al levantarse en las lomas y laderas; sin embargo se puede contemplar a la abubilla con su abanico desplegado o en su vuelo intermitente, lo mismo que a la oropéndola, al petirrojo (pimentero) o al abejaruco.

Adentrándose en el pinar o en el Castañar, se verán columpiándose de las ramas, herrerillos comunes y capuchinos, carboneros, mitos, chascas... Gateadores comunes y trepadores azules ascenderán por los troncos, mientras el pico picapinos (pájaro carpintero) los golpea como si fueran tambores. A ras de suelo, huyendo asustados, se deslizaran los mirlos y los zorzales y, a la caída de la tarde, se oirá el repetido canto del cuco y el fuerte aleteo de la paloma torcaz.

La blanca gaviota, confundiendo los embalses con el mar, se refleja en las aguas de Burguillo.

Otras aves sólo cruzan los cielos tembleños, como las bandadas de palomas emigrantes, que son sorprendidas desde los puestos de la Llaná por los cazadores.

También, al comienzo de la primavera y en el otoño, a veces muy altas, se ve la formación en "uve" de las garzas, que van hasta el centro de Europa o a sus cuarteles de invierno del Coto de Doñana.

ANFIBIOS Y REPTILES.

La contaminación y canalización del arroyo han hecho que las ranas sean menos numerosas. Era frecuente oír el fuerte canto de estos anfibios en los pozos de las huertas al caer la tarde. Hoy se refugian en los charcos de la Isla y de la Central Provisional, también Contaminados.

Los   insecticidas han contribuido a que el número de ejemplares de lagarto ocelado sea escaso. Es curioso  reseñar que en los años cincuenta, las Hermandades de labradores pusieron precio a la cabeza de este hermoso  animal, bajo la acusación de atacar a los nidos de perdices y destruir sus huevos.

También son menos las lagartijas ibéricas, que ocupan las rendijas de viviendas y paredes de las fincas, y las lagartijas  de prado pardas (molineras), las de las rayas pardas y claras. Por la noche, por las paredes  iluminadas de las casas trepa la salamanquesa (tiro), en busca de algún insecto.

Se habla con temor de la víbora, antaño numerosa, que se esconde entre las rocas y en las zonas húmedas, entre la hierba. La culebra de agua asoma su cabeza cerca de la orilla de las aguas de los embalses y  no son extrañas las culebras de escalera y de herradura, que se deslizan sigilosamente entre las rocas.

Las fuentes, charcas y pozos son los lugares elegidos   por el tritón y la salamandra, conocidas por su extraña forma y sus lunares amarillos que destacan sobre el negro de su cuerpo.

No se puede olvidar al sapo ni al galápago, que dormita al sol, en grupo, sobre unas piedras, a la orilla de uno cualquiera de los charcos de Valsordo.

LOS PECES.

Pescar trucha común en la Garganta de la Yedra y sus embalses  no constituía una empresa difícil. Hoy representa una suerte poder contemplar el paso fugaz de este huidizo animal  por las frías aguas de los charcos.

La introducción del "blac-bass". especie no autóctona y depredadora, en el embalse de Burguillo, ha hecho posible que especies  como la bermejuela  y el cacho hayan desaparecido, conservándose los barbos, las bogas y las carpas.

INVERTEBRADOS.

La enorme variedad de especies de invertebrados y su dificultad a la hora de su clasificación, hará  que la relación, que a continuación se da, sea incompleta y, en muchos casos, errónea en cuanto a la nomenclatura. Se ha creído suficiente mencionar los más conocidos y abundantes, sin atender a diferenciar subespecies:

Abejas, abejorros, aclaraderas, alacrán o escorpión, amantis religiosa, arañas caseras, arañas de jardín, avispas, avispones, babosas, caballitos del diablo, caracoles, ciempiés, cigarras, cochinillas, cucarachas, escarabajos de la patata, peloteros, frailucos, grillos comunes, gorgojos, hormiga negra, hormiga roja, langostas, libérulas emperador, lombrices de tierra, luciérnagas, mariquita de siete puntos, mariposas de diferentes tipos, moscas de varios tipos, procesionaria del pino, pulgones, saltamontes, sanguijuelas, tijeretas, zapatero común...

 

Datos del libro "El Tiemblo, Villa de Avila" de Antonio Estrella Grande y Carlos E. Reviejo Hernández

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